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martes, 19 de febrero de 2008

¿Para qué un laboratorio de palabras como taller literario para niños?

Una de las preguntas más frecuentes con que se puedan encontrar aquellos que desean ser talleristas en los diferentes estadios donde se puedan realizar, serán sin dudas: pero para qué un taller de escritura? ¿ Estos niños serán escritores? ¿ No sería más importante un taller de ciencias?
Hay que tener cuidado con las respuestas: los talleres de fomento a la lectura y a la escritura, que no pueden separarse, no son para formar los escritores del mañana. No son más importantes que los talleres de ciencia, ni son posibles para todos los niños.
Son, como otra forma de taller más, una expresión sensible hacia la palabra escrita.
Son para los niños que desean comenzar aquel viaje literario donde todo gira en torno a la palabra, no es una escuela de escritores.
Cuando dejamos que la palabra fluya libremente el niño llega a expresar:
- las ideas de su mente
- los sentimientos de su alma
-las experiencias vividas
-los anhelos del más allá
Vierte en ellas:
- su mundo interior
Descubre:
nuevas significancias y formas de expresión
Juega:
-intimamente con las palabras descubriendo su validez y su transparencia
Elabora y genera:
-sus propios pensamientos en sus textos.
Puede crear:
-nuevas palabras.
No todos los ambientes son propocios y una de las tareas del orientador de estos talleres es tener el lugar adecuado. Lo ideal, ya sabemos, sería una gran biblioteca infantil con mucha luz, muchos libros, donde incluso la tecnología no falte, donde se puedan tirar en almohadones, mirar videos, leer muchos libros, y mesas de trabajo para cuando llegue el momento. Buena música de fondo para dar el clima. Recursos varios además de los libros, marcadores, cuadernos, hojas, láminas, en fin, todo lo que me pueda dar un taller para que el niños expanda su mente frente a una lectura y encuentre su forma de redactar.
Pero no siempre los lugares son ideales. A veces el lugar lo es, pero no el público. Porque en el afán de unir niños en nuestra cruzada, aceptamos aún a aquellos que nunca quisieron escribir o leer. Hay que hacer una selección de los mismos.
Una salita de lectura, unos cuantos libros, música suave de fondo y unos pocos niños de edades similares con ganas de leer, escuchar y ponerse a trabajar sería ideal, verdad?
Ahora el orientador.¿ Cómo hará su tarea? Cuál será la flecha que partirá rauda en busca de la creatividad de estos niños. Nunca seremos el fin, nunca seremos la guía total, siempre ocuparemos un banco atrás, un lugar sin demasiada relevancia, seremos la voz que lee y el oído que atiende todo,incluso lo que no nos gusta, pero no seremos nunca el producto acabado.
Porque teniendo el sitio ideal y los niños ideales: ahora sí, tengo que dar mi taller, y mi taller, sobre todo cuando es un laboratorio de palabras: tiene el signo de la Libertad en la parte más alta de mi sala.
Cuando los niños descubren que el taller es realmente libre, que todas sus fantasías, sus miedos, sus frustraciones las pueden patear sin ser sancionados, hacia afuera...entonces ahí recién, los niños comienzan a crear en el laboratorio las palabras más audaces de este universo. Y pondrán el mundo al borde de lo ridículo, se mofarán de toda persona adulta que halla sido demasiado seria, serán audaces en sus sueños hacia el más allá y serán amigos de seres hasta asquerosos.
Y también tendremos rimas a granel y amorcitos que nacen en pétalos de hojas blancas.
Pero si me preguntan las edades ideales, diré que: para escribir sin dudas hablamos de niñas y niños a partir de 7 u 8 años. Sin embargo, podemos comenzar mucho antes, cuando los pequeños apenas caminan y van en busca de su librito a la Bebeteca.
Conocen el término Bebeteca? Han podido ver ese privilegio de rincón que dentro de la Biblioteca admite a lectores en pañales y gateando? Si han visto esos maravillosos estantes, puestos a la altura de los más pequeños, donde siempre hay una persona dispuesta a leer mil veces el mismo libro, y esos libros se pueden chupar, arrugar, tirar, estrujar, porque son libros de tela, hule, cartón plástico y con colores neutros para que al llevarlos a la boca, no se lastimen o pinten. Si los han visto, y en funcionamiento, les digo que han visto el rincón más afortunado del mundo con respecto a la llamada Animación lectora, que también será escritora porque desde muy pequeños repiten rimas, canciones, nanas, y ahí, en la oralidad primaria está escondida la capacidad de escribir mañana.