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miércoles, 4 de junio de 2008

Jugando con mentiras y excusas.

El mundo del niños se ve de pronto como sin imágenes propias. Y es real: les cuesta cada día un poco más imaginar lo que no ven en las pantallas titilantes de televisores y computadoras. Los adultos entramos en pánico. Porque los que llevamos a cargo la educación o actividades de talleres, como en mi caso, fuimos formados con imaginación propia: escuchábamos cuentos radiales, escuchábamos cuentos de abuelas o madres, la maestra tenía tiempo y contaba cuentos, los libros tenían menos imágenes, los televisores escaseaban o los canales de 24 horas no existían, el cine era de fines de semana, las revistas muchas eran en blanco y negro, otras tenían ilustraciones pequeñas. Nosotros, la mayoría de los que tienen hoy más de 30 años, no fuímos formado con la esencialidad del color, la rapidez y la imagen de hoy: y de ahí que imaginar era un ejercicio recurrente y muy frencuente a la hora de escuchar.
Pero no entremos en pánico: por otro lado siempre nos hemos escandalizado ante la imaginación prodigiosa de un niño que lleva una nave espacial en el bolsillo y puede hablar con los sapos bajo la luz de un farol a gas. Siempre nos ha parecido especial el mundo donde los perros vuelan y los gatos salvan al elefante. Y también nos ha parecido niñería eso de tener amigos en otro planeta que vienen de noche y hablan telepáticamente con nosotros.
Nada más cercano al mundo del niño/a que mentir exageradamente. Y si eso no los escandaliza, he ahí un buen mundo para comenzar a escribir.
Miento sobre mi planeta.
Miento sobre mi familia.
Miento sobre mi figura y mis hábitos.
Miento sobre mi escuela y mis compañeros.
¡Y doy un premio al que exagera más la mentira y la escribe mejor!
Entonces surgen textos como éste de niñas y niños de 9 y 10 años.

"Soy de color violeta y no tengo huesos. Cuando nací tenía barba y podía hablar, ahora ya no lo hago.
En mi familia todos caminan con las manos por el techo de mi casa. La casa es blandita como goma de borrar y si corres mucho te caes a un precipicio sin final.
Mi mamá es color tomate, mi papá es como una lechuga y mi hermano es una berenjena, yo soy color zapallo.
Mi escuela es chiquita entran dos alumnos y la maestra, tiene forma de óvalo y es de color azul oscuro, prendemos faroles para ver y el pizarrón es transparente.
Cuando nos aburrimos jugamos al pok pok: es un juego que te hace dormir todo el tiempo y pierde el que se despierta antes."

Sencillo el juego. Propongan mentiras grandes, exageradas, den un buen puntaje para aquel que pueda hacer un texto donde nos cuente cómo son sus principales sitios: casa, escuela, familia, mascota, novios, novias y otros.
Anímense, el disparate hace brotar una imaginación absurda de las cuales hay muchas en la literatura para niños: María Elena Walsh nos podría explicar bien cómo comenzó a hacerlas y las hizo famosa algunos años después.