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viernes, 26 de diciembre de 2008

Los niños tienen luz propia: dejémolos brillar.


Antes de despedirme hasta el pròximo años quiero hablar del por qué de mi título.
La llegada de la informática cada vez más accesible, la Red que se está haciendo cada día más democrática y casi todos podemos acceder: suponen una revaluación de las formas pedagógicas.
La enseñanza desde lo alto, maestro dando la clase alumnos escuchando en silencio, hace tiempo no es una realidad cotidiana. Pero hoy, las aulas permitiendo máquinas portátiles donde el propio alumno pueda compartir la información más reciente con el maestro: existió en la historia de la escuela algo más renovador?
No es mi intención ahondar en el tema: más bien quería hablar de que, para quienes hemos sido talleristas, para quiene hemos obrado con los niños desde el juego y la creatividad, no es tan "espeso" el camino. Más bien es una herramienta sumamente necesaria para el taller y lejos de estorbarnos nos hace más fácil la tarea. Porque el taller, el laboratorio de la creatividad,nunca presupone un docente ejerciendo poder magistral sobre sus alumnos. El taller simboliza democracia plena de derechos, sintetiza el estudio con el juego en una unión permanente, el taller es trabajo en equipo, distención, imaginación, y el guía, que es el docente, debe de permitir que todas las luces del niño se enciendan.
Los niños, todos ellos, tienen luz propia hay que permitirles brillar. El tallerista tiene la única obligación de mostrar los caminos, de lanzar las propuestas, de permitirse jugar, de no escapar a cualquier obstáculo por más loco que éste sea. El taller impone trabajo en equipo pero también tiene aristas de soledad y el tallerista debe de estar sensible a ello: nada se impone en el taller. Todo se puede hacer en armonía y proponiendo siempre desde el mismo lugar que el alumno.
En el taller no hay gerarquías magisteriales, sólo hay flechazos de imaginación y pedido de ayuda.
No hay ningún horror por disparates, ni discriminación por locuras: el taller debe de dejar que todos pateen su locura hacia afuera porque en síntesis: no esperamos que nuestros niños sean escritores sino, sensibles en el arte para que asi, sean menos esclavos. Y esto último, más o menos así, lo dice el gran maestro Rodari en su Gramática de la fantasía.
Les propongo un breve paréntesis vacacional y luego, seguiremos jugando y divirtiéndonos con las infinitas formas que existen para que nuestros niños enciendan sus propias luces.
Hoy es día de fiestas y jolgorios, más allá de los regalos, pensando en los millones de niños que nos los tendrán, me despido por un tiempo breve de ustedes para dejarles mi deseo de paz, amor y salud en el próximo año.