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sábado, 12 de julio de 2008

El último huevo de dragón.



El último huevo de dragón.

En un monte había un huevo de dragón abandonado. Todos sabían que aquel huevo era de dragón y nada más. Porque el abuelo del sapo se lo había contado al sapo, y al abuelo del sapo se lo contó el recontra tatarabuelo del abuelo y así sucesivamente. Y bueno, que los sapos saben mucho de huevos, eso también se sabe.

La cuestión que en el monte, todos iban a mirar el último huevo de dragón. Era grande, ovalado y color azul, pero azul fuerte, como turquesa. Casi brillaba de tan azul.

Iba la lechuza y lo miraba con sus grandes ojos y sacudía la cabeza. Como lo hacen las lechuzas. Iba la liebre y lo miraba con sus ojos de liebre, y corría alrededor del huevo.

Iba el ñandú y lo miraba, caminaba alrededor y pensaba que realmente el huevo de dragón era más grande que sus doce huevos. Iba el zorro y pensaba que ni él se podía comer semejante huevo y no morir de indigestión.

Pero un día justamente andaba el zorro con mucho pero muchísimo hambre. Le sonaba la panza de tanta hambre. Y se fue derechito al huevo de dragón. Y caminó por acá y por allá, mirando fijo el huevo azul brillante. Y se lo hubiera comido si el sapo no sale y le dice.

- Oiga don zorro, usted no andará por comerse el huevo de dragón, ¿no?

- Qué quiere que le diga don sapo, ando de hambriento…- contestó el zorro.

- Pero zorro usted está loco, si usted se come el huevo se muere de indigestión- dijo el sapo y se paró arriba de una piedra para quedar a la altura del zorro.

- Y si no me como algo rápido- dijo el zorro mirando fijo al sapo- me muero de hambre, prefiero morir con la panza llena.

- Pero don zorro, este monte no sería lo mismo sin nuestro huevo- dijo el sapo muy serio-usted sabe que está acá desde que nuestros archi recontra tatarabuelos vivían en el mundo, este es el último huevo de dragón que existe, es nuestro mayor tesoro.

- Sí don sapo yo entiendo pero el hambre no sabe de tesoros…- el zorro seguía mirando fijo al sapo- tal vez usted quiera ayudarme, no le gustaría ser mi cena y así su huevo se salva ¿eh?

- ¿ Pero que dice amigo zorro?- el sapo se fue alejando para la laguna- adónde vamos a parar si un zorro tiene que comer sapo…

- Y…no sé, don sapo, pero tal vez vamos a parar los dos al agua…- dijo el zorro acercándose al borde de la laguna.

En ese momento llegaban a mirar el huevo la liebre a los saltos y la lechuza volando, más atrás llegaba el ñandú que venía discutiendo sobre las medidas del huevo. Al ver al zorro agazapado sobre el sapo, gritaron:

- Don zorro, compadre, ¿ qué le pasa?

- Tengo hambre – dijo el zorro- y el sapo no me deja comer el huevo de dragón, entonces me lo como a él.

- Pero como dice eso zorro-. Dijo la lechuza parada en una rama- entre amigos no nos andamos comiendo.

- Si usted está con mucha hambre mejor me voy…- gritó la liebre retrocediendo.

- ¡ Faltaba más!¡ Nadie se va!- dijo el ñandú muy serio- Acá no andamos comiendo amigos y menos aún, nuestro huevo de dragón que ya sabemos es el último.

- Y si es el último- dijo el zorro- mejor que lo como, porque si nace pobrecito, no va a encontrar ni novia, ni amigos, ni nadie a quién decirle papá o mamá.

- Yo seré su amiga- dijo la liebre peinándose las orejas.

- Y yo puedo ser un poco su padre- dijo el ñandú- tengo tantos huevos que uno más…

- Y yo- aclaró la lechuza- puedo ser como su madrina y enseñarle a conocer el monte.

- Y yo seré su amigo del agua- dijo el sapo que se animó a salir de la laguna.

- Pero déjense de decir pavadas- les dijo el zorro- si este dragón nace, los va a quemar a todos con el fuego de su boca.

- Será cuestión de educarlo- dijo la lechuza- como a los niños cuando dicen palabrotas.

- Pero señora lechuza- dijo el zorro rojo de rabia porque ya veía que no lo dejarían comer- este huevo hace miles de años que está acá…

- ¿ Y qué?- preguntaron a coro los animales.

- Y que ya no es probable que nazca, seguro que está hecho como de piedra.

- Entonces don zorro- le dijo la liebre- usted igual se quiere comer un huevo de piedra.

- Cualquier cosa quiero comer- lloró el zorro- tengo mucho mucho hambre.

- Yo creo- dijo la lechuza- que podemos conseguir algo para que el zorro coma algo hoy…

- ¿ Y qué propone señora?- preguntó el zorro- ¿ liebre en escabeche?

- ¡ Un momento!- gritó la liebre con las patas listas para salir a la disparada- ¿ No dijeron que no se come a los amigos?

Todos comenzaron a discutir qué podían hacer con el hambre del zorro. Mientras pensaban y discutían el zorro se arrimó tanto pero tanto al huevo de dragón que lo empujó y se cayó por entre las piedras.

Todos quedaron mirando con tristeza como rodaba el huevo azul por entre las rocas, cerca de la laguna el huevo chocó con un piedra muy grande y se rasgó.

Un silencio largo se hizo en el monte, el sol iluminaba a pleno en el calor de la siesta el huevo azul brillante que ahora se había roto.

El zorro se acercó triunfante y gritó:

-¿ Vieron que este huevo era falso? ¿ Qué no tiene nada adentro? Pero a quién se le ocurre que un huevo que tiene como chiquicientos mil años va a tener un dragón adentro…

En ese momento se sintió como un rugido chiquito y un pequeño ser, de color azul y morado fue saliendo despacito de adentro del huevo. Su cabeza tenía escamas brillantes y pequeñas alas adornaban su cuerpo. Salió con su larga cola pesada, dio dos o tres pasos vacilantes y corrió a abrazar al zorro que era el que estaba más cerca:

- ¡ Papá! –gritó en idioma dragón pero todos entendieron.

- Bueno don zorro- gritó el ñandú muerto de risa- ahí tiene a su hijo, ni usted es tan malo como para comerse a su hijo.

- No se preocupe don zorro, lo ayudaremos a criarlo- dijo la lechuza acariciando el dragón en sus escamas.

Y muertos de risa los animales vieron como el último dragón perseguía al zorro por el monte gritándole. ¡ Papá!

María Luisa de Francesco

Abril 2008.

lunes, 7 de julio de 2008

Tola y Antonio, ( versicuento)

TOLA Y ANTONIO.

La ratona Tola y el ratón Antonio,
hace mucho tiempo se han puesto de novio.
La ratona Tola y su novio Antonio,
salen de paseo,
mientras gato Cato, duerme por un rato.
Como en unos días se van a casar,
muchas cosas lindas tienen que encontrar.
Y van por aquí, y van por allí
buscando cositas para ser feliz.
Y encuentran tela blanca y
cintas para el vestido,
También un trozo de queso y un gran salame cocido.
Regresan contentos, corren sin aliento,
a todos sus amigos, invitan al casamiento.
Ya ha llegado el día de la ceremonia y
en su cuevita, se viste la novia.
El novio nervioso se viste apurado,
todos sus amigos, lo notan preocupado.
Es que…el gran gato Cato,
despierto y alerta,
vigila que te vigila todas las puertas.
Los amigos del novio, roban de la cocina,
una gran lata de sardinas.
El gran gato Cato, muy fino de olfato,
se olvida de Tola y va derecho al plato.
Por fin lo ratones se pueden casar,
luego en la fiesta van a cantar y bailar.
Y mientras gato Cato, con su panza llena
está de duermevela,
Todos los ratones gritan:
¡ Que vivan los novios!
¡ Que vivan Tola y Antonio!

Este cuento que es de mi autoría, anda recorriendo las aulas de escuelas de Salto desde hace más de diez años y, como es del gusto de muchos niños y niñas, ahí se los dejo de regalo.