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sábado, 29 de agosto de 2009

Organicemos la Feria del poema.


Si la lectura se nos ha dificultado, ese ramo de flores y hechizos que es el poema, ni hablemos.
La poesía, esa esencia sutil que puede llenarnos el alma de redoblantes y violines, ha sido condenada al olvido.
Es casi comprensible: después de ocupar el sitial de honor de la bohemia palabra de ilustres soñadores, la pobre se vio enclaustrada en las Escuelas. Y las mismas, pueden ser maravillosas paredes para alfabetizar y enemigas del arte de inspirar.
La poesía en nuestra escuela, al menos en ellas, sirve para cantarle a los héroes de la patria, para recordar sus sangrientas batallas, para evocar lo bueno que es ser libre y el nombre de nuestros próceres, la poesía sirve hasta para ver por qué usamos el agua de lluvia y otras nimiedades varias.
Y qué bueno que la poesía sirva para tanta cosa, incluso para avivar la memoria de los niños que deben recitarlas a pecho abierto en medio de la multitud, pero no es el fin de la poesía.
No leemos poesía para acunar, para hermosear el pensamiento del niños, simplemente para sonreír o para enamorarnos. Eso en la Escuela no se hace.
La propuesta es simple:

Vamos a leer poesía todas las semanas.
Sin explicaciones previas: lleve usted un buen poema y comience su clase leyéndolo.
No lo malogre intentanto explicarlo: si necesita explicarlo, no escogió el debido.
Lea todas las semanas un poema al principio o al final de su clase: como código de belleza y nada más.
No le exiga al poema más que su propia belleza y a los niños: que lo escuchen, sólo eso.
En esta fecha donde la primavera se acerca con sus varias virtudes proponga una Feria de poemas.
No necesitan los niños escribir ni versos rimados, ni canciones larguísimas, no se lo haga tan difícil: simplemente pida versos para la primavera, para el amor, para el color, para el perfume.
Luego de corregirlos, por las faltas claro, hay que pasarlos a letra con la computadora, añadir algunas imagen y llenaremos el 21 de Septiembre todos los pasillos y las aulas de pequeños poemas.
Es un buen homenaje a la estación del amor y también una posibilidad de dar libertad a los niños para escribir sin ajustes didácticos.

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